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Millonarios y una monotonía decepcionante

  • Foto del escritor: Juan Esteban Cáceres
    Juan Esteban Cáceres
  • 3 jul
  • 3 Min. de lectura

Juan Carlos Pereira, jugador de Millonarios desconsolado por la eliminación.                         Fuente: Diario AS
Juan Carlos Pereira, jugador de Millonarios desconsolado por la eliminación. Fuente: Diario AS

Millonarios camina atrapado en una ilusión que ya no corresponde con su realidad. Esa vieja mística que alguna vez lo elevó entre los grandes del continente hoy es poco más que un recuerdo bastante lejano. En medio de tifos, discursos vacíos y presentaciones cargadas de marketing, el conjunto embajador se hunde sin rumbo claro, víctima de una dirigencia desconectada y una afición que oscila entre la nostalgia, frustración e ilusión.

 

La campaña de este año ha sido una auténtica decepción. Caídas en cuadrangulares, un estilo de juego monótono, lesiones que nadie explica con claridad y el eterno discurso del “proceso” son señales de un ciclo completamente agotado. Aunque Alberto Gamero entregó títulos y por momentos generó esperanza con una propuesta atractiva, se marchó dejando un equipo cansado, sin chispa, carente de variantes, dependiendo del “kínder” y con jugadores más cerca de la involución que del crecimiento. En lugar de transformación, se optó por la rutina. En vez de evolución, por la obstinación. Su legado es digno de respeto, pero el cierre de su etapa fue un desplome lento e inevitable.

 

Y en medio del caos, apareció la cortina de humo: Radamel Falcao García. Sobre el papel, era una historia épica. El ídolo que volvía, el goleador histórico, el último gran símbolo del fútbol colombiano. Pero esa ilusión duró apenas unos días. El anuncio del fichaje fue un espectáculo mediático, pero su ejecución fue torpe y burocrática, y lo que debía ser un golpe de autoridad terminó siendo una muestra más de improvisación.

Radamel Falcao García, jugador de Millonarios.                                                               Fuente: Liga BetPlay en X
Radamel Falcao García, jugador de Millonarios. Fuente: Liga BetPlay en X

Falcao no solo era una contratación. Era el regreso de una leyenda, una oportunidad para reconectar con una generación que lo vio brillar en las ligas más grandes del mundo. Pero cuando el símbolo ni siquiera pisa el césped, el golpe es doble: decepción deportiva y desilusión emocional. Lo que queda es una cicatriz abierta que expone la falta de seriedad de la dirigencia y deja al club como hazmerreír del entorno futbolero.

 

Y como si no fuera suficiente, el nuevo técnico, David González, representa más incertidumbre que ilusión. Es un técnico joven, con ideas, sí, pero su nombramiento parece más una apuesta desesperada que una decisión respaldada por un proyecto estructurado. Su experiencia previa no fue contundente y su arranque en Millonarios tampoco ofrece señales alentadoras. ¿Cuál es su idea de juego? ¿Qué respaldo tiene para sostener su trabajo? Porque si lo que mostró en su temporada debut es una muestra de lo que viene, el panorama es desolador: un equipo sin identidad, sin respuestas, sin rebeldía, que se arrastra en la cancha sin una efectividad de gol.

 

A esto se suma la ausencia total de planificación. El club improvisa en cada mercado de fichajes. No hay incorporaciones con peso real. No hay soluciones para los problemas repetidos. El gol escasea, la defensa hace agua, y el banquillo es un desierto. Se insiste en nombres sin análisis y se repite el mismo guion que ha fracasado una y otra vez.

 

La hinchada ha demostrado una paciencia que raya en la fidelidad ciega. Ha llenado estadios, ha seguido al equipo, ha sostenido la ilusión con una fe ingenua, pero el desgaste es real. Ya no alcanza con palabras bonitas en ruedas de prensa o con videos emotivos en redes sociales. Millonarios se ha convertido en una marca que vende emociones pasajeras, pero no compite de verdad.

David González, actual técnico de Millonarios.                                                                           Fuente: Win Sports
David González, actual técnico de Millonarios. Fuente: Win Sports

Este equipo necesita algo más que ídolos mediáticos o entrenadores emergentes. Necesita una reestructuración profunda. Necesita autocrítica y voluntad de cambio desde sus bases hasta la dirigencia. Y, sobre todo, necesita romper con el mito del pasado glorioso como escudo ante la mediocridad actual. Mientras Nacional se consolida, América invierte con inteligencia, Junior arma proyectos ambiciosos y otros como Tolima y Bucaramanga demuestran planificación, Millonarios sigue cayendo en el autoengaño de celebrar lo mínimo y maquillar lo inaceptable.

 

La debacle de esta temporada no fue producto del azar. Fue la consecuencia directa de errores reiterados, soberbia en la dirigencia y una visión pobre del presente. Cada anuncio sin sustancia, cada fichaje frustrado, cada rueda de prensa sin respuestas es una traición más al legado que Millonarios dice defender.

 

Hoy, el proyecto azul no existe. Y la historia castiga a quienes se olvidan de honrarla.

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