La Saeta Rubia: Alfredo Di Stéfano - Lunes de leyendas
- Juan Esteban Cáceres
- 7 jul
- 2 Min. de lectura

El 7 de julio es una fecha marcada en el calendario del fútbol, ya que en 2014 falleció Alfredo Di Stéfano. Más que un simple jugador, Di Stéfano representó un enigma que el deporte aún trata de descifrar. Su juego combinaba velocidad y control, ataque y defensa, disciplina y creatividad. Fue, en esencia, una figura que redefinió el deporte y dejó una huella imborrable. Hoy, su legado perdura en los estadios, en las narraciones y en los futbolistas que, tal vez sin saberlo, repiten gestos que él dominó como nadie antes.

La trayectoria de La Saeta Rubia
Nació el 4 de julio de 1926 en Buenos Aires, en un hogar humilde donde se hablaba español, italiano y francés. Pero su verdadero lenguaje siempre fue el fútbol. Desde niño, demostró un talento excepcional, y con solo 17 años debutó en River Plate, donde destacó como un delantero con visión de mediocampista. Rápidamente, dejó atrás su etapa de promesa para convertirse en pieza clave de “La Máquina”, el legendario equipo que revolucionó el fútbol con su juego asociativo.
Sin embargo, una huelga en el fútbol argentino lo llevó a Colombia, donde se unió al Millonarios de Bogotá entre 1949 y 1953. En ese equipo, conocido como el “Ballet Azul”, Di Stéfano fue el cerebro: un jugador versátil que combinaba gol, asistencia y trabajo táctico. Su impacto fue tal que, durante un amistoso en Chamartín, dejó tan impresionado al Real Madrid que el club no dudó en ficharlo en 1953.
En 1953, tras destacar en un amistoso con Millonarios ante el Real Madrid, los merengues lo ficharon, pero el FC Barcelona también lo reclamaba. Una disputa legal (en la que incluso intervino la FIFA) terminó con un acuerdo: jugaría alternando temporadas entre ambos clubes. Finalmente, el Madrid logró quedarse con él en exclusiva.
Con el equipo blanco, transformó el fútbol. Bajo su liderazgo, el Madrid pasó de ser un buen equipo a la mayor potencia europea, ganando cinco Copas de Europa consecutivas (1956-1960) y ocho Ligas. Su actuación en la final de 1960 contra el Eintracht Frankfurt (donde anotó tres goles en la goleada 7-3) quedó como una de las mayores exhibiciones de la historia. Di Stéfano no encajaba en una sola posición: era delantero,
mediocampista, organizador y hasta defensa cuando era necesario. Su inteligencia en el campo lo convirtió en el primer “jugador total”.

El Super Balón de Oro
En 1989, la revista France Football le otorgó un reconocimiento único: el “Super Balón de Oro”, un premio creado exclusivamente para él, distinción que no repitió con nadie más, ni siquiera con figuras como Pelé, Maradona, Messi o Cristiano Ronaldo. Falleció el 7 de julio de 2014, dos días después de cumplir 88 años, pero su legado sigue vivo. Como dijo Santiago Bernabéu: “Mientras exista el fútbol, Di Stéfano será eterno.”
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