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EL REGRESO DEL MAGO: CAZORLA ILUMINA EL ASCENSO DEL REAL OVIEDO

  • Foto del escritor: Simón Rodríguez Tejada
    Simón Rodríguez Tejada
  • 25 jun
  • 4 Min. de lectura

Fuente: Real Oviedo
Fuente: Real Oviedo

Con suerte podría volver a caminar, pero el fútbol ya no era una opción. Eso dijeron los médicos cuando abrieron por undécima vez el tobillo de Santi Cazorla, invadido por una bacteria extraña y agresiva que devoraba centímetros de su tendón de Aquiles como si quisiera silenciar su carrera para siempre. Aquello no era una lesión común: era una sentencia. Pero en el fútbol, como en la vida, los milagros a veces tienen forma de camiseta y escudo.


Santi Cazorla no solo volvió a caminar. No solo volvió a jugar. Anoche, con 40 años, marcó el gol que devolvió al Real Oviedo a la Primera División del fútbol español. Lo hizo con la misma pierna derecha que estuvo a punto de perder. Lo hizo con la camiseta del club donde nació su sueño. Pero esta historia no es solo la suya. Es la historia de un club que estuvo 24 años fuera de la élite, que cayó al infierno de las divisiones bajas, que tuvo que reinventarse, resistir y reconstruirse. Es la historia de un equipo, una ciudad y un capitán que se atrevieron a desafiar las probabilidades.

El regreso de los olvidados

El Real Oviedo fue alguna vez un fijo en Primera. Fundado en 1926, sus colores azul y blanco caminaron con soltura por la máxima categoría durante buena parte del siglo XX. Pero a comienzos del nuevo milenio, el club cayó en picada: descensos deportivos, crisis económica, administración concursal. Llegaron a bajar hasta la Tercera División. En 2003, el Tartiere dejó de escuchar el himno de LaLiga y empezó a familiarizarse con campos que nunca habían pisado.


Durante años, el Oviedo fue sinónimo de lucha por sobrevivir. Pero también de fidelidad. La afición nunca abandonó. Llenaban las gradas incluso en campos menores. Apostaron por el club cuando el club estaba al borde de la desaparición. El respaldo fue tan fuerte que incluso lograron una campaña internacional de accionariado que atrajo figuras como Michu, Mata y Santi Cazorla.

En 2023, Cazorla dejó Qatar para volver a casa. Tenía 39 años, un cuerpo cosido de cirugías y un historial que incluía Premier, Eurocopas y ovaciones en los estadios más grandes del mundo. Pero el corazón le decía que tenía una deuda pendiente: llevar al Real Oviedo de vuelta a donde pertenecía.


Una temporada de menos a más

La temporada 2024-25 del Real Oviedo no comenzó con promesas vacías ni titulares rimbombantes. Fue una construcción lenta, paciente, donde cada punto costaba sudor. El equipo terminó clasificando a los playoffs de ascenso, una especie de purgatorio para los que sueñan con el cielo. En semifinales, el rival fue la UD Almería. Fue allí donde Santi Cazorla volvió a dejar su huella: gol decisivo para el pase a la final.

Y en la final esperó el Mirandés. En la ida, empate 1-1 en campo rival. Todo se definiría en el Carlos Tartiere. En casa. Ante su gente.

El ambiente era de final mundialista. El estadio rebosaba. Y cuando el Oviedo tomó ventaja y el marcador indicaba un frágil 2-1, llegó el momento de la verdad. Penalti. Cazorla pidió el balón. La ciudad entera contuvo la respiración. El disparo fue preciso. 3-1. El ascenso era realidad.

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Cazorla: corazón y motor del equipo

Más allá del gol, el papel de Cazorla fue mucho más profundo. No solo fue capitán en el campo. Fue el alma del vestuario. El veterano que aconsejaba, calmaba y motivaba. Fue quien con su sola presencia recordaba a todos que estaban luchando por algo más grande que un resultado: por la historia del club, por la pasión de su gente, por cerrar un ciclo de casi un cuarto de siglo en el exilio.


En la celebración posterior, no hubo dudas sobre quién era el rostro del ascenso. Miles corearon su nombre. El alcalde anunció que Plaza América sería rebautizada como Plaza Santi Cazorla. Un gesto simbólico, pero necesario. El niño que un día salió de Oviedo para conquistar el mundo, volvió cuando todos lo creían acabado, y terminó guiando a su equipo a la gloria.


La ciudad azul estalló

La noche del ascenso fue una fiesta interminable. Desde el Tartiere hasta el corazón de Oviedo, todo fue azul. Banderas, cánticos, bengalas. La rúa del domingo siguiente fue un homenaje masivo. El equipo recorrió las calles principales sobre un autobús descapotable. Pasaron por Alejandro Casona, por la Uría, hasta llegar al balcón del Ayuntamiento. Desde allí, Cazorla y el resto del equipo se dirigieron a una ciudad entera que había vuelto a creer.


Una decisión pendiente

A día de hoy, Santi Cazorla aún no ha confirmado si continuará una temporada más. Sus palabras fueron prudentes: "Vine a sumar, era un reto personal... Mientras me encuentre con ganas... No quiero ser una carga... Ahora toca disfrutar, ya hablaremos". Sea cual sea su decisión, ya no hay nada que demostrar.

El Real Oviedo volverá a jugar en Primera. Lo hará con la memoria fresca de una historia de resistencia, y con la gratitud eterna hacia un hombre que se negó a aceptar los límites que otros le pusieron.

Fuente: Paco Paredes de 20minutos
Fuente: Paco Paredes de 20minutos

La historia que merecían

Esta no es solo una historia de fútbol. Es una historia de fe. De volver del olvido. De reconstruir lo que parecía roto. Es una historia que pertenece a los miles de oviedistas que nunca soltaron la camiseta, aunque pasaran años en el barro de Segunda B. Y sí, también es la historia de Santi Cazorla, un mago que volvió cuando todos lo daban por terminado, y que le regaló a su ciudad el final que merecía.

Porque al final, el fútbol también tiene memoria. Y esta vez, Oviedo y Cazorla escribieron juntos una página que nadie olvidará.

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