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El verdadero rival del FPC: el arbitraje colombiano

  • Foto del escritor: Simón Rodríguez Tejada
    Simón Rodríguez Tejada
  • 2 jul
  • 5 Min. de lectura
Fuente: DIMAYOR
Fuente: DIMAYOR

El pasado 19 de junio, Radamel Falcao, uno de los máximos ídolos del fútbol colombiano, estalló tras la derrota de Millonarios ante Santa Fe. Sus declaraciones, cargadas de rabia e impotencia, recorrieron todos los medios y redes sociales del país: “Nos robaron en Manizales, que se jodan los del VAR, me importa un carajo no volver a jugar en Colombia si así lo deciden”. Falcao apuntó con nombre propio al arbitraje y al VAR, señalando que Millonarios había sido víctima sistemática de errores durante todo el torneo.


La reacción fue inmediata. La Dimayor impuso una sanción de cuatro fechas de suspensión y una multa cercana a los 21 millones de pesos. La prensa deportiva también se dividió: algunos lo respaldaron, otros, como Carlos Antonio Vélez, criticaron su actitud, afirmando que “como ídolo se cae a pedazos”.


¿Tenía razón Falcao al denunciar errores arbitrales? Sin duda. ¿Era la forma correcta? No del todo. Porque si bien es cierto que Millonarios fue perjudicado en varias ocasiones por decisiones arbitrales dudosas, el verdadero problema no es exclusivo del club embajador. El verdadero escándalo, y lo que Falcao no quiso ver o no quiso decir, es que el arbitraje colombiano es un desastre que afecta a todos por igual.

Luis Delgado, árbitro con más errores en el semestre.                                               Fuente: LPEmbajadora en X.
Luis Delgado, árbitro con más errores en el semestre. Fuente: LPEmbajadora en X.

Un problema estructural, no individual

Durante el último semestre de la Liga BetPlay, se han documentado al menos 30 errores arbitrales con incidencia directa en los resultados de los partidos. Eso equivale a un promedio de 1,6 fallos graves por fecha. Estos datos, recogidos por medios como El Tiempo y AS, no solo muestran un patrón, sino una crisis.


Y no se trata de culpar al VAR como herramienta. El problema es mucho más profundo: los árbitros colombianos no saben o no quieren utilizar bien el VAR. Ignoran las revisiones, interpretan de forma errática las imágenes, o simplemente toman decisiones sin fundamento, incluso con la repetición en pantalla.


El VAR no falla: fallan quienes lo operan.

Ímer Machado, presidente de la Comisión Arbitral del Fútbol Profesional Colombiano.         Fuente: Colprensa
Ímer Machado, presidente de la Comisión Arbitral del Fútbol Profesional Colombiano. Fuente: Colprensa

No fue solo Millonarios

Según un análisis reciente, América de Cali fue el equipo más perjudicado del semestre, con cuatro errores graves en su contra. Le siguen Deportivo Cali, La Equidad y Patriotas, con tres fallos cada uno. Por otro lado, entre los más beneficiados por decisiones erradas se encuentran Millonarios, Atlético Nacional, Junior e Independiente Medellín, con tres jugadas polémicas a favor.


Es decir, Millonarios ha sido víctima, sí, pero también ha sido favorecido. Como todos. Como América, que sufrió un gol anulado injustamente ante el Cali. Como Llaneros, al que le ignoraron un gol legítimo. Como Chicó, al que le sancionaron un penal en el último minuto por una mano inexistente. Como Santa Fe, al que nunca le expulsaron a un rival que entró con plancha al tobillo. La lista sigue.


Falcao tenía razón al indignarse, pero se equivocó de enfoque. Lo que debió hacer (y lo que aún puede hacer) es usar su voz no para victimizar a su equipo, sino para denunciar un problema nacional.


Errores recientes que avergüenzan al FPC

Los ejemplos sobran, y aquí algunos de los más notorios:

  • La Equidad vs. Alianza (fecha 17): El árbitro Diego Ulloa anuló un gol legal de Equidad después de reanudar el juego, sin ningún sustento en el reglamento. Un error de procedimiento vergonzoso.

  • Santa Fe vs. Millonarios (2 de junio): Andrés Llinás cometió una falta violenta que ameritaba roja directa. Solo vio amarilla. La Comisión Arbitral reconoció el error días después.

  • Santa Fe vs. Medellín (final de ida): Elvis Perlaza debió ser expulsado por una plancha clara. Ni el árbitro ni el VAR lo consideraron necesario.

  • Cali vs. América (24 de marzo): Penalti dudoso a favor del Cali, gol legítimo anulado al América y dos faltas sin sanción. Tres errores graves en un solo partido.

  • Junior vs. Millonarios (9 de marzo): Leonardo Castro cayó en el área. Penalti polémico que el VAR ratificó sin mayor análisis.


Estos errores no son aislados ni casuales. Son muestra de un cuerpo arbitral sin criterio uniforme, sin preparación técnica suficiente y con una preocupante falta de autoridad. Lo más grave: muchos de estos fallos ocurrieron incluso tras la intervención del VAR, lo que demuestra que la tecnología no sirve de nada si quienes la manejan son incompetentes.

Fuente: Colprensa
Fuente: Colprensa

¿Por qué es tan malo el arbitraje colombiano?

Existen varias razones, y todas estructurales:

La primera es la falta de profesionalismo. En muchos casos, los árbitros no son árbitros de tiempo completo. No hay una carrera profesional sólida ni una estructura que les permita vivir exclusivamente del arbitraje con garantías.


La segunda es falta de capacitación. Las interpretaciones arbitrales en Colombia muchas veces no coinciden ni con el reglamento ni con los criterios internacionales. Hay una desconexión evidente entre lo que se ve en Europa o Sudamérica y lo que se cobra aquí.


La tercera es la poca transparencia. La Comisión Arbitral no publica informes detallados de cada jornada. Las decisiones disciplinarias tardan en llegar y, cuando lo hacen, son opacas o inconsistentes.


La cuarta es la ausencia de sanciones reales. Muchos árbitros repiten errores sin consecuencia alguna. Hay una sensación de impunidad que deslegitima cualquier intento de mejora.


Y la quinta, pero no menos importante, es el mal uso del VAR: No es falta de tecnología, sino de formación y toma de decisiones coherente. En vez de ayudar, el VAR muchas veces agrava los errores.


Falcao tenía razón, pero pudo hacer más

Cuando un ídolo habla, su voz pesa. Lo que diga tiene eco. Por eso, duele que Falcao, con todo el respeto que se ha ganado dentro y fuera del campo, haya usado su autoridad para levantar el dedo, no contra el sistema, sino contra una supuesta conspiración contra su equipo.


Nadie le pedía que se callara. Todo lo contrario. Su denuncia era legítima. Pero al centrar su queja solo en Millonarios, perdió la oportunidad de unir al fútbol colombiano en una causa común: la dignidad del arbitraje.


Hubiera sido más poderoso si decía: “Nos perjudicaron, como han perjudicado a muchos. Esto no puede seguir así. Exijo justicia no solo para mi equipo, sino para todos los que aman este deporte”.


Porque hoy el fútbol colombiano no necesita más polémica: necesita más liderazgo.


El arbitraje es el enemigo silencioso del fútbol colombiano

El problema del arbitraje en Colombia es tan evidente que ni siquiera necesita defensa. Cada jornada hay un nuevo escándalo, una jugada inexplicable, una injusticia que mancha la tabla de posiciones. Millonarios fue uno de los afectados, pero no el único. Y el drama no es que Falcao se haya quejado, sino que lo haya hecho desde la trinchera del “nos roban a nosotros”, cuando el verdadero robo es al fútbol colombiano en su conjunto.

 

Hoy, lo que más falta no es el VAR, ni mejores cámaras, ni más repeticiones. Lo que falta es formación, transparencia, sanciones, autocrítica… y sobre todo, una voz unificadora que no divida, sino que construya. Falcao, con la influencia que tiene, puede ser mucho más que el protagonista de una polémica: puede ser el líder de una causa por la limpieza del juego.

El fútbol colombiano ya no se puede permitir otro semestre igual. La falta de confianza en los árbitros deteriora no solo la competencia, sino también la credibilidad del campeonato ante la afición, los inversionistas y el mundo. Si cada gol, penal o expulsión debe ser analizado con sospecha, el espectáculo pierde sentido.

 

Por eso, más allá de sancionar declaraciones, la Dimayor, la Comisión Arbitral y los propios clubes tienen que asumir que el arbitraje necesita una reestructuración urgente. Solo así se evitará que el próximo “escándalo” vuelva a ser protagonizado por los jueces, y no por el fútbol, que debería ser siempre el centro del juego.

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